lunes, 11 de junio de 2012

La araña nazi


La Alemania nazi, la minería, y los marineros de la Costa da Morte.



Rafael Lema


La industria minera en la Costa da Morte debe buena parte de su desarrollo a científicos nazis que quedaron en nuestras tierras tras el hundimiento de III Reicht. La explotación del wolfram en Ponteceso, Coristanco o Santa Comba se desarrolló con el impulso nazi, ya que Alemania era el principal importador en los años de la gran guerra. Minerales estratégicos que aun están en nuestros suelos en cantidad aceptable fueron descubiertos y explotados por los alemanes. Barcos de cabotaje famosos en Ponteceso y Corme que siguieron faenando varias décadas después de la guerra eran nada menos que lanchas de desembarco de la armada alemana, la Kriegsmarine, que fueron reconvertidas en barcos de transporte minero. Eran estos los mercantes conocidos como Kaolino, Rutilo, Titania.


Técnicos, motores, camiones, maquinaria alemana sirvieron para relanzar las extracciones de wolfram, rutilo, caolín, estaño, arsénico, ilmenita, titanio, y tierras raras en la autárquica España de postguerra. A los alemanes se debe la construcción del puerto de Balarés, el embrión de industrias mineras como Titania SA, la activa explotación de la mina de arsénico de Noicela entre 1939 y 1943 y minerales estratégicos de Razo (circón, granates, rutilo, ilmenita). Las minas de estaño y wolfram de monte Neme fueron arrendadas a una empresa alemana que la modernizó. También fueron parte activa en la empresa Kaolines de Lage SL. Técnicos y capataces alemanes llevaron la mina de Barilongo en Santa Comba en su mejor época y algunos quedaron en la España franquista.



La ayuda de Franco a Hitler en nuestra guerra civil en buena parte se cobró a través de la empresa Sofindus, creada en 1940 para este fin. Tras el término de la guerra franco se tuvo que plegar a la fiscalización aliada de los fondos nazis en España, y éstos descubrieron las millonarias cuentas de Sofindus y su amplia maraña de empresas mineras, navales, banqueras, de servicios. Estaban en la cuenta especial Bernhardt y la cuenta Enrique, en las que se dan noticia de los numerosos testaferros e intermediarios nacionales de los nazis. La minería jugaba un papel destacado en estas listas, y sobre todo el wolfram gallego, el oro de Franco, con la trama naviera asociada para su embarque y envío a Alemania. Son empresas como Hisma, Minerales de España SA, Somar (estaño), Nisa, y empresarios como el grupo Fierros, la naviera Aznar, o el padre del marqués de Villaverde, yerno de franco.


Barcos españoles llevaron a cientos de nazis a argentina tras la caída, desde Vigo, en medio de otros cientos de emigrantes gallegos que escapaban del hambre, como el Juan de Garay, Monte Urbasa, Monte Amboto. Mercantes como el Bessel, el Max Albrecht, abastecieron submarinos (por lo menos 18 se surtieron en puertos gallegos, 35 fueron hundidos en sus aguas), y con otros habían llevado años atrás durante la fiebre del wolfram el mineral gallego desde Vigo, Vilagarcía o el escondido puerto de Balarés, en Ponteceso. Barcos a veces escoltados por submarinos desde Vigo, según confirma en sus memorias el almirante Donitz, o al menos en dos ocasiones documentan los mineros de Barilongo en Balarés. Así el 4 de noviembre de 1939 el alto mando alemán pide a Donitz escolta de submarinos para un convoy de diez buques que saldrán de Vigo. En Camariñas los vecinos aun se acuerdan del barco do gas, mercante alemán abastecedor de submarinos que entró en la ría vertiendo gas, tras el ataque de la aviación aliada. Era el Nord Atlantic en 1943.




La araña, la red alemana filonazi en Galicia tenía muchas arterias. Vigo jugaba un papel fundamental en esta red, como puerto de embarque de mineral, de llegada y salida de cargos nazis, base de suministro de submarinos. Y posteriormente como embarque para el exilio argentino.
En esta red eran base fundamental Eugen Erhardt , asentado en Bilbao, y el rey del wolfram, Johannes Bernhardt, presidente de Sofindus. En Vigo vivía Karl Arnold, responsable de la red de mensajería secreta con Sudamérica, y que sigue en la ciudad en 1947. El responsable de la Abehr en Galicia, Walter Giese, que se sirvió de la infraestructura montada en los años veinte por Conrad Meyer, espía de Canaris, pieza fundamental para el abastecimiento de submarinos.


Giese utilizaba varios nombres falsos, como el oficial, Nordman; el que usaba en los cables, Greif, o el de Alfred Thomas. Tenía a su lado a oficiales como Karl arnold, Alfred Shulz, la secretaria Ehlers, trabajando para la Compañía General de Lanas, del grupo Sofindus. Eran responsables de velar por el correo entre Berlin y Sudamérica, a través de Johann Siegfried, de la SD, apoyado por falangistas locales o miembros de la División Azul. Activos colaboradores locales eran José Vallés, en la embajada, o José Mella Alfageme (siemens). Con esta red trabajaban Meino von Eitzen Braun, que vivía en Vigo desde 1924, en la calle Compostela, 12, instalado en un alto nivel de vida, socio del club náutico, poseedor de un pazo y de 17 fincas en la zona. Robert Baalk, era parte de la red que ayudaba a los nazis en su exilio tras la caída, administrando el fondo de oro que cubría estos gastos, el de ramón de la peña, y se asentó en Pontevedra.

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