lunes, 24 de diciembre de 2012

Los orígenes de los Reyes Magos


Los Reyes son de la cuna de los nerios. Segunda parte del trabajo realizado por Rafael Lema.




SEGUNDA PARTE. LOS REYES MAGOS SON DE LA CUNA DE LOS NERIOS

LOS MAGOS DE TARSIS Y LA ESTRELLA


En estas Navidades nace un apasionado debate sobre la figura de los Reyes Magos. Según el papa proceden de Tarsis, la Bética de los tiempos de Jesús. Entonces, serían astrólogos o sabios turdetanos, pueblo hermano de los celtas nerios del Finisterre, los que nos acerca más a esta entrañable figura. ¿Qué hacían en Belén?


Mucho se ha hablado de la estrella de Belén que llevó a los magos de España a Palestina. Si fue un cometa, o una supernova. El papa sostiene esta última versión. Uno de los problemas es que parece probable que Jesús no naciese exactamente en el año uno de nuestra era, fecha buscada por convención, al igual que el día de su nacimiento; posiblemente se retrase tres o seis años la fecha. En este marco habría que localizar alguna fuente que hable de estos fenómenos astrológicos. Aparecen referencias confusas a la aparición de cometas sobre el 14 a. c. o el 11 d. C. Parece probable con todo que el Halley inspirase la iconografía medieval de la estrella de Belén, incluso pudo ser observado por el autor durante la redacción del Evangelio de Mateo.


 Los textos evangélicos al referirse a la estrella de Belén utilizan la palabra latina “stella”, que significa indistintamente estrella, grupo de estrellas, constelación o conjunción. Hubo una conjunción astral importante presente entre los años 8 y 6 antes de nuestra en el Cercano y Medio Oriente. El Sol, la Luna y cuatro planetas, los mas brillantes del firmamento, se reunieron prácticamente en la constelación de Piscis. Allí encontramos al Sol y la Luna siendo escoltados por los planetas Júpiter, Saturno y Venus. Todos ellos en la constelación de Piscis. Mientras que en la vecindad se encuentra Mercurio en la frontera entre Piscis y Acuario. La conjunción de Belén, que algunos autores apuntan y es un hecho comprobable. 


Tuvo lugar sobre la constelación del Piscis, en un periodo en el cual los astrónomos-astrólogos de la antigüedad consideraban se iniciaba la era de Piscis, y de allí su influencia en la religión que predominaría para esta era. Piscis simboliza el pez, un símbolo que caracteriza a la religión cristiana. Jesucristo es el pescador de hombres, y pescadores son algunos de sus más directos discípulos, como nuestro santiago. Un hombre decapitado, desmembrado, como Osiris. Y enterrado, como Hércules, en el Finisterre...“hic in finibus sepultus Hispaniae”. Decapitados y enterrados como Santiago, patrón de España.




IBERIA EL GRAN SANTUARIO


La bahía de Cádiz, Tartessos Sinus, y en concreto la ciudad que le da nombre, fue desde la aparición de las primeras civilizaciones de navegantes, un santuario de primer orden, un lugar mítico y sagrado. Y un nexo religioso y mistérico, una ruta sagrada nunca rota, unía a este extremo occidente con el este, patria de las religiones mas influyentes del Mediterráneo. Una herencia recogida por el cristianismo que aquí también llegó por la ruta marina de Cartago y Alejandría. 


En el Mediterráneo, Hércules, el antiguo Melqart, tendrá dos grandes santuarios, en Tiro y en Cádiz. Comparables en importancia a los de Afrodita de Chipre y Venus Ericina de Sicilia. En el herakleon de Cádiz ejercen sacerdotes de pies descalzos, y con características orientales. En el siglo IV aun se hacen referencias a este importante lugar de culto, y a la leyenda de ese Hércules que había sido enterrado en los confines de España, “hic in finibus sepultus Hispaniae”. Su culto, centrado en el fuego sagrado de las ciudades, se extendió por todas las colonias de Tiro. En Cádiz aún está en pie en época romana. La leyenda que lo hace vencedor al gigante Gerión, en el fin de la tierra, hermana a Cádiz con A Coruña. Era Melqart la forma fenicia del dios Baal. Originariamente, un dios agrícola, del campo, la vegetación, la fecundidad y la primavera; también un deidad marina, dios de la colonización y de la protección de la navegación. 


Los tirios lo consideraban el guía de sus viajes marítimos y exploraciones, de modo que le consagraron el templo fundado al mismo tiempo que la ciudad de Cádiz. El santuario de Heracles o Heracleión. fomentó la leyenda de la separación de las Columnas de Hércules, en principio llamadas Columnas de Melqart por los fenicios, más tarde Columnas de Heracles por los griegos hasta el actual nombre romano. En la época tardía de la civilización fenicia, también se lo consideraba el dios del Sol que se encontraba en unión con Baal y Moloch, las fuerzas malignas y benignas del cielo, respectivamente. Alejaba la hostilidad entre ambos y, por tanto, reducía el efecto del fulgor solar y de los fríos invernales. Es por ello que en su altar debía haber un fuego perenne. Que bien pudo servir de faro. Cada día seguía a la esquiva Astarté hasta que él la encontraba en un punto remoto de Occidente y se desposaron, matrimonio que trajo la perdición de la diosa y la transformó en la dulce Ashera. Los griegos lo llamaban Melicertes y lo comparaban con Heracles, por los atributos guerreros que lo caracterizaban. 



UNOS SABIOS TURDETANOS


Tartessos, turdetanos y túrdulos son trigos del mismo costal. Comparten una raiz -trt, que confirma una misma base étnica, y una procedencia mítica, la ciudad de Turta. El primer nombre responde a una compleja civilización que comerciaba con fenicios y egipcios, la Tarsis de las referencias bíblicas (Salomón, Isaías, Ezequiel). Pues bien, el símbolo de estos pueblos es la estrella tartésica de ocho puntas. Su religión, arquitectura, arte, constata la influencia orientalizante. Cuando las minas del Sinaí cayeron en desuso, los fenicios se acercaron a estas costas en busca de oro, plata, estaño. Formas arquitectónicas cananeas se advierten en los restos arqueológicos de la zona (Cancho Roano). Los turdetanos no son íberos ni púnicos, tendrían una lengua indoeuropea, en una cultura de raíz indoeuropea precéltica, de vocación atlántica, transformada por la introducción fenicia y un período de fuerte orientalización. 


Pero la vocación comercial marina hacia el oeste nunca cesó en la región. Estrabón habla de una Turdetania muy influenciada por los fenicios. Habitada por celtas, turdetanos o túrdulos y bástulos (llamados púnicos). A esta región habrían llegado oleadas indoeuropeas, pueblos denominados en las fuentes germani, como los oretani germani, que desde Dinamarca entran en la Península y se instalan en Sierra Morena. Tugros y sefes, en la costa lusa. A ellos se sumarán los celtas, los señores del hierro.


Curiosamente, si los magos eran de Tarsis, serían pues de origen indoeuropeo, esos germani de las fuentes, preceltas. Y el caso es que otro germani, Federico I Barbarroja en el siglo XII lleva de Milán a Colonia los restos de los Reyes Magos que anteriormente estaban en Constantinopla y serán objeto de un impresionante culto medieval en Alemania. ¿Conocía Barbarroja alguna antiquísima tradición al respecto sobre el origen de los magos, sus hermanos de sangre?


En plena romanización, seguían presentes en nuestro sur viejos cultos orientales, tanto de origen púnico como de influencia zoroástrica indo-aria. Éste, renovado en el sincretismo del nuevo mitraismo, destacable también en el resto de Iberia, desde la Bética a Galicia (Lugo, Braga, Iria Flavia). Las relaciones comerciales y culturales entre las dos orillas del Mediterráneo propician esta pervivencia. Es mas probable que los celebres magos biblicos salieran de estos grupos, minoría religiosas y étnicas de influjo oriental en la zona costera bética, aunque no fueran esencialmente sacerdotes sino acólitos, personas de la élite cultural, físicos o astrólogos de prestigio. Ademas la tradición cristiana siempre caracterizo como persas, o magusiaio de Zoroastro, a los Reyes Magos.


 Entonces vestirían de blanco, con tiara, y un haz de tamarisco en la mano. Así en Jerusalén serian tenidos como auténticos magos orientales o anatolios, en una referencia genérica a su tipología, no a su origen. El autor del Evangelio de San Mateo cometió errores en las citas geográficas que demuestran que no conocía Judea, lo escribió lejos de Palestina, medio siglo después de la muerte de Cristo, y de oídas. En este tipo de culto de los magos, sus creyentes esperan al salvador Saushyant, y cuando llegue el final de los tiempos se producirá la resurrección de todos los muertos. Las almas deberán cruzar un puente (Chivat), y serán juzgadas por sus pensamientos, palabras y actos. Este juicio no es final ya que cuando el mal es eliminado, todas las almas se reúnen, por lo tanto la salvación es universal. Nos lleva a pensar en los cultos a Jano, cuyo camino iba de Éfeso a Lugo. 


Si de Oriente llegó la cultura y la religión, que los hombre sabios peregrinen a la cuna de los dioses es algo natural, incluso que mantengan contacto con escuelas de saber o iniciación, que acudan a reuniones en momentos de especial significación, marcados por fenómenos astrales. Sucedió a lo largo de toda nuestra historia. Por todo lo antes visto, la presencia de unos sabios astrólogos ibéricos en Jerusalén, a causa de un fenómeno astrológico excepcional, no solo no es improbable sino que entra dentro del intercambio de ideas y mercancías entre las dos orillas del Mediterráneo en el Imperio Romano. Me apunto a la tesis del Santo Padre, y reivindico también la parte galaica de los Magos béticos, hermanos de fatigas de nuestros celtas nerios. 

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