martes, 15 de enero de 2013

El sueño de Rosewarne

Caolines de Lage. El sueño de un inglés, por Rafael Lema Mouzo.





El caolín es uno de los minerales que más riqueza generó en la comarca en el siglo pasado. En Vimianzo aún sigue en activo la mina de Castrelo y la gente recuerda a la de Laxe en plena actividad. Pero el descubridor y primer empresario minero del caolín fue un inglés del que ya hablamos en este medio, John Rosewarne. No es cierto, por ejemplo, que la mina de Laxe fuese abierta por Isidro Parga Pondal en los años treinta. Los documentos privados de la familia Rosewarne a los que tuve acceso aclaran este misterio.


La sociedad “Kaolines de Lage” dedicada a la explotación de caolines, se constituyó por escritura pública otorgada el 30 de julio de 1923, a fe del notario de Tella, Ponteceso D. Modesto Vázquez Amarelle. Integran la sociedad constituida en la Villa de Laxe, bajo la razón social de “Kaolines de Lage” las siguientes personas: John James Rosewarne, Víctor Landesa Doménech, Enrique Ferreiro Pondal, Plácido Vidal Díaz. Se nombra administrador de dicha sociedad al hermano de uno de los socios, Celestino Vidal Díaz. De entre los socios cabría distinguir dos grupos. Por un lado tenemos a Plácido Vidal Díaz y a John James Rosewarne, quienes realizan el trabajo de campo, la producción y logística de la empresa: contratación, explotación y transporte del material hasta su destino. Por otro lado, Víctor Landesa y Enrique Ferreiro usan sus relaciones sociales para conseguir compradores. Vidal y el inglés son los verdaderos hombres de la mina.


  John James Rosewarne, es un ingeniero de minas inglés, natural del condado de Cornualles, de la localidad de Saint Columb. Llega a Galicia a finales del Siglo XlX.  En 1878 ya había denunciado minas de oro en Carballo. “Kaolines de Laxe” debe superar importantes problemas. El más grave es la falta de liquidez para dotar las instalaciones de toda la maquinaria necesaria que permita optimizar la extracción con objeto de mejorar el rendimiento y de rebajar los costes de producción. La instalación de un lavadero es la prioridad, e implica costes sin pedidos mínimos asegurados. Gracias a las gestiones de Víctor Landesa se llega a un acuerdo con la fábrica de loza de San Claudio en Asturias para usar sus lavaderos. Otro de los problemas serios es el transporte del material. Éste se realizaba por mar y dependía mucho de las circunstancias meteorológicas así como de la disponibilidad de los barcos de cabotaje de la época, de Corme. 


Plácido Vidal comenta por escrito en carta dirigida a uno de sus socios: “El barco salió de Corme el día 16 con viento favorable, pero a las pocas horas cambió el norte, y temo esté de arribada en algún puerto, y esto es una contrariedad porque precisan la arcilla para el día 20 (16-mayo-1922)”. Con fecha 9 de junio de 1922, Enrique Ferreiro Pondal escribe a su socio Plácido Vidal Díaz: “Hoy he recibido un cablegrama de Nueva York en el que me dice un amigo (que llevó una pequeña muestra de kaolín lavado cuando marchó para allá) que le envíe una muestra grande y le diga precio y cantidades que se pueden servir mensualmente. En vista de esto conviene preparéis ahí una muestra de 10 o 20Kg del kaolín bruto, pero blanco y otra de igual cantidad lavado. Como no estamos por ahora en condiciones de hacer el lavado en grande, pero si los pedidos son importantes pronto trataremos de la conveniencia del lavado. Yo le escribiré a mi amigo y le diré que la explotación está en sus comienzos, y por tanto no podemos comprometernos aún a suministrar el kaolín lavado y que si lo admiten en bruto, por ahora se lo mandaremos así, si bien yo creo que para tan lejos no les convendrá en bruto; respecto a precios, ya me diréis, lo que os parece se le diga.”



Enrique Ferreiro y Víctor Landesa buscan mercados por todas partes. Dice Landesa: “fábrica de Trubia, 12 de junio 1922. En mi poder dos cartas que contesto hoy de un modo rápido porque estoy muy ocupado teniendo que resolver varios asuntos antes de emprender un viaje a Cádiz a ver unos cañones que tenemos que recomponer. A la vez tomaré tierra en Sevilla y veré si se puede hacer algo en las fábricas que hay allí; para esto necesitaría llegase antes del próximo domingo (día de mi salida) el barco, para poder llevarme muestras del kaolín que viene para San Claudio, ya veremos, sino llevaré una que tengo del blanco. La factura la podéis mandar a D. José Fuente de Trubia y propietario de la fábrica de loza San Claudio y precio de 35 pesetas, pues en vista de que no viene mezclado se lo dije al ingeniero y no tuvo inconveniente en subir cinco pesetas. Se pesará aquí y su importe ya les dije que lo abonen en la C/C de Enrique en el Banco de España en Madrid. Si el kaolín les sirve, pues tan pronto llegue empezarán a fabricar con él. En últimos de julio o principios de agosto se podrán hacer dos o tres cargamentos más hasta completar 400 0 500 toneladas”. 


Es en 1922 cuando la empresa se consolida, al conseguir pedidos regulares de la fábrica de loza de San Claudio en Asturias. En el mismo año se envían muestras de kaolín a las siguientes empresas: Gijón: Benguria y Figuerola. Bilbao: Altos Hornos. Sevilla: la cartuja, la cerámica de san juan de aznalfarache. guipuzcoa: papelera de pasajes. bilbao: Sociedad General de Productos Cerámicos. En abril de 1923, la empresa se encuentra en un momento crítico. El aumento de los pedidos hace que las instalaciones de Laxe se queden obsoletas. Es preciso invertir en maquinaria para optimizar el rendimiento de la explotación. Enrique Ferreiro pretende que se compren vagonetas y vía para agilizar la extracción, mientras que Plácido Vidal y John James no consideran oportuno realizar más inversión de capital mientras los pedidos no superen las 1.000 toneladas año. Plácido Vidal sugiere por carta a Víctor: “Si pudiera idear un aparato que nos saliera económico para elevar la arcilla del fondo de los trabajos, nos ahorrábamos muchos jornales y despachábamos más aprisa. Podía ser una especie de grúa giratoria u otro artefacto por el estilo, a mano y para una carga de media tonelada”. 


En julio la sociedad se constituye de forma oficial mediante escritura pública y comienzan a realizarse obras de mejora en las instalaciones de Laxe. Las vagonetas se convierten en una realidad. Se hacen con una bomba de achique, puesto que los pozos creados por la extracción del material están completamente inundados y dificultan el trabajo. Se plantean la instalación del lavadero. En noviembre de 1924 una fuerte tormenta tira con la caseta del motor de achique provocando la paralización de los trabajos al inundarse los pozos de donde se extrae el material. En enero de 1925 fallece el capataz del yacimiento, Francisco García, víctima de una pulmonía. En febrero de 1925 se llega a un acuerdo en virtud del cual Enrique Ferreiro y Víctor Landesa se hacen con la mitad de la empresa. La proposición de venta fue: 125.000 pesetas a repartir entre los dos socios. 62.500 pesetas al contado y el resto en cinco anualidades a razón de 12.500 pesetas cada una. Aunque esta cantidad no parece excesiva, teniendo en cuenta las cifras barajadas en la negociación, permitió la continuidad de la empresa. En 1927 fallece D. John James Rosewarne y se practica una liquidación, a partes iguales entre los socios, de las propiedades comunes.


LOS SOCIOS DEL INGLÉS


Los otros socios del inglés también son bien conocidos.

Victor Landesa Domenech: militar de carrera, en 1926 era Comandante de artillería. Su familia materna era de Laxe, antiguos fomentadores de la pesca catalanes. Estuvo destinado en la fábrica de armas de Trubia en Asturias. Tenía una tupida red de amigos y conocidos que se extendía desde Asturias, pasando por Santander hasta los Altos Hornos de Bilbao. Debido a sus múltiples ocupaciones viajaba mucho por todo el territorio nacional


Enrique Ferreiro Pondal: sobrino del poeta Eduardo Pondal, reside en Madrid. Farmaceútico y analista de profesión será, junto con Landesa el encargado de buscar mercado. Es primo hermano de Isidro Parga Pondal, continuador de la empresa a partir de la guerra civil, con el apoyo de técnicos alemanes y autoridades franquistas, necesitadas de materia prima en la autarquía, y de divisas. Incluso los barcos usados para el transporte eran lanchas de desembarco alemanas reconvertidas.


Plácido Vidal Díaz: natural de Laxe, es el padre del conocido fotógrafo D. José Vidal García. Él mismo era aficionado a la fotografía, es más, es el pionero desde 1890, usando daguerrotipos. El otro pionero es el señor Enrique Placeres, maestro de Fisterra. Plácido era un hombre de negocios, emprendedor y muy bien relacionado en toda la Costa da Morte. Era el único que mantenía residencia habitual en Laxe y por lo tanto las gestiones y la toma de decisiones más inmediatas eran cometido suyo .informaba al resto de socios de la situación de la explotación y aconsejaba sobre los temas que consideraba más importantes teniendo en cuenta que era el mejor conocedor del yacimiento.

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